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Presentadas en el encuentro de Zaragoza las conclusiones del foro de debate Profesional del Protocolo

 

El VII Congreso Internacional de Protocolo reivindica una articulaci�n jur�dica de la profesi�n

- Los expertos en la materia resaltan la necesidad de contar con un c�digo deontol�gico para desarrollar esta disciplina laboral y acad�mica a partir del mismo

 

 [1 de diciembre de 2006]

 

El VII Congreso Internacional de Protocolo dedic� una de sus sesiones a un tema de m�xima actualidad entre los profesionales del protocolo: la necesidad de articular jur�dicamente esta profesi�n. En este sentido, la p�gina web del Congreso ten�a muy candente desde hac�a unos meses un foro de debate sobre esta cuesti�n cuyo resumen fue presentado en el citado encuentro celebrado los pasados d�as 23, 24 y 25 de noviembre en Zaragoza. La conclusi�n de este debate fue bien clara: en que es imprescindible proceder a esta articulaci�n jur�dica y demandar la necesidad de un C�digo Deontol�gico para desarrollar la profesi�n a partir del mismo.

El debate, luego de las aportaciones habidas sobre esta materia, en torno a la profesionalizaci�n, nivel acad�mico, colegiaci�n y c�digo deontol�gico de la profesi�n, se centr� en dos posturas no totalmente divergentes, en lo esencial.

Ambas posiciones conven�an en la necesidad de articular jur�dicamente la profesi�n del protocolo, dot�ndola de un estatuto espec�fico, al tiempo que se elevara el rango y se fijara la carrera como una especialidad, para unos englobada dentro de la comunicaci�n, para otros independiente por completo.

Mientras un sector urg�a a la Administraci�n la necesidad de fijar la definici�n del profesional a trav�s de un acto administrativo, otros entend�an que es la propia sociedad, a trav�s de la fuerza normativa de los hechos, la que debe reconocer a los profesionales del protocolo, quienes deben distinguirse precisamente por serlo. Y para ello entendieron que son precisas dos cosas: fortalecer las asociaciones profesionales y reunirlas en una instituci�n s�lidamente representativa, dotada de una estructura colegial y de un c�digo deontol�gico que obligue a todos sus miembros a asumirlo y ejercerlo. 

Pero, otro sector entend�a que, adem�s de un estatuto jur�dico p�blico, como otras profesiones reglamentadas, era preciso un colegio profesional, creado por ley, que pueda perseguir incluso las pr�cticas llamadas intrusas.

Los partidarios de la l�nea de la sociedad civil entend�an que, adem�s de trabajar en orden a elevar al m�ximo rango universitario el protocolo, dentro de las carreras de la comunicaci�n, era preciso reconocer la realidad actual de excelentes profesionales sin titulaci�n  o titulados por otras diversas carreras. Esa triple v�a deber�a en todo caso ser el camino de acceso a la profesi�n. En este sentido, el sector m�s oficialista reclam� insistir en que es el pr�ximo Espacio Europeo de Educaci�n Superior el marco para lograr el reconocimiento de la carrera de protocolo como t�tulo oficial. Los partidarios de llevar las cosas por otro camino, adem�s de dudar de que ese objetivo sea alcanzable a corto plazo, prefirieron apostar por un sistema mixta de formaci�n acad�mica, el que representan las escuelas privadas y los t�tulos propios concertados con universidades p�blicas, y los cursos de especializaci�n de diversos niveles, en una primera fase; en la medida que se sigue trabajando en orden al objetivo de una carrera reglada como lo son las m�s tradicionales.

Todos estuvieron conformes, eso s�, en reconocer y demandar la necesidad de un C�digo Deontol�gico para articular la profesi�n a partir del mismo.

En consecuencia, las conclusiones fueron:

  1. La profesi�n del Protocolo, adem�s del reconocimiento social, requiero el reconociendo oficial, a trav�s de un estatuto jur�dico que la defina y diferencie de otras actividades, englobadas gen�ricamente dentro de la Comunicaci�n.

  2. No obstante lo anterior, no se descarta que sea la propia fuerza normativa de los hechos, la solvencia y unidad de los profesionales asociados de forma voluntaria, la que obtenga el reconocimiento p�blico de una profesi�n presente en todos los �mbitos de la sociedad, especialmente en las instituciones,  Administraciones, entidades, empresas y corporaciones.

  3. Elemento esencial para esa articulaci�n ser� un C�digo Deontol�gico que establezca las pautas de comportamiento �tico y profesional de quienes se reclamen como tales, y que, en consecuencia, ha de ser asumido y respetado.

  4. Se reclama que, con independencia de la iniciativa privada, las f�rmulas de colaboraci�n con las Universidades p�blicas y la experiencia de los t�tulos propios, se avance hacia una carrera espec�fica, propia, reglada, cercana a las demandas de la sociedad, aprovechando la nueva organizaci�n acad�mica que supone el Espacio Europeo de Titulaci�n Superior.

  5. Los profesionales que actualmente ejercen como tales y quienes se unan a ellos en el futuro deben concentrarse en asociaciones profesionales, fuertes, representativas, concentradas en una entidad de rango superior, germen del futuro colegio profesional, que, tanto so goza de reconocimiento oficial como si no, constituya una persona jur�dica s�lida y representativa del conjunto de la profesi�n.

  6. La elevaci�n del rango acad�mico de la profesi�n no podr� nunca ignorar la existencia de profesionales formados en la propia experiencia y el ejercicio cotidiano, as� como aquellos otros que, con diversos estudios de origen, se han dedicado al protocolo.

 

 

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