Las casas reales europeas
han optado por una soluci�n salom�nica en cuesti�n de t�tulos y honores
cuando sus miembros se divorcian. Uno de los casos m�s recientes es el
ocurrido en Dinamarca con un pr�ncipe, Joaqu�n, divorciado de Alexandra
Manley, quien dej� de ser princesa de Dinamarca para convertirse en
condesa de Frederiksborg. De esta forma, la joven hongkonesa sigue
vinculada a la aristocracia danesa -no en vano es madre de dos pr�ncipes,
Nicol�s y F�lix-, pero se desvincula de la familia real.
Es posible que esta
soluci�n sea la que adopte la Casa del Rey con la separaci�n de la infanta
Elena. Ella es desde su boda duquesa de Lugo -seg�n un real decreto
firmado por el Rey el 3 de marzo de 1995, quince d�as antes del
matrimonio-, y Jaime de Marichalar, duque consorte de Lugo. Aunque siempre
se ha aceptado que Marichalar fuese duque de Lugo, lo cierto es que en
puridad no lo ha sido nunca.
Toda la normativa al
respecto es clara: por una parte, seg�n el Real Decreto 1368/1987, de 6 de
noviembre, sobre el r�gimen de t�tulos, tratamientos y honores de la
familia real, se indica que �la atribuci�n del uso de dichos t�tulos
tendr� car�cter graciable, personal y vitalicio�.
El t�tulo no se comparte
A esto hay que sumar la
reforma del C�digo Civil del 2 de mayo del lejano 1975, que indica que un
t�tulo u honor personal no es transmisible al c�nyuge del propietario: �El
marido y la mujer gozar�n de los honores de su consorte, excepto los que
fueren estricta y exclusivamente personales,?y los conservar�n mientras no
contraigan nuevo matrimonio. En caso de separaci�n legal no los perder� el
c�nyuge inocente�. Es decir, si el honor se concede a la pareja, ambos son
titulares, si no es as�, solo lo disfrutar� el propietario. En el decreto
firmado por el Rey d�as antes de la boda de su hija -veinte anos despu�s
de la reforma del C�digo Civil- no hay posibilidad de error: �En atenci�n
a las circunstancias que concurren en mi muy querida hija Su Alteza Real
dona Elena de Borb�n, infanta de Espana, con ocasi�n de su matrimonio y
como prueba de mi profundo afecto y carino, he tenido a bien concederle
con car�cter vitalicio la facultad de usar el t�tulo de duquesa de Lugo�.
Es decir, si la infanta se divorcia y en el futuro se vuelve a casar, su
segundo marido ser� duque consorte de Lugo exactamente igual que lo es
ahora Jaime de Marichalar.
Si legalmente no hay ning�n
posible error, seg�n destaca el experto en her�ldica Javier G�mez de Olea,
es obvio que socialmente nadie duda de que Jaime de Marichalar es duque de
Lugo. La Casa del Rey habla de duques de Lugo y Palma de Mallorca con
frecuencia diaria y propon�a ese tratamiento cuando se solicitaba
informaci�n al respecto. Esta confusi�n tiene l�gica: el ducado que otorga
el Rey est� pensado m�s para el consorte que para la titular, que ya ser
infanta de Espana es un honor mayor, solo superable por el de princesa de
Asturias y, obviamente, por el de Reina.
�Marqueses viudos�
Como an�cdota del uso
habitual del t�tulo por parte del consorte m�s all� de la ley, se cuenta
la historia de aquel que lo ten�a por su mujer, y cuando esta se muri�
sigui� us�ndolo como marqu�s viudo; el chascarrillo lleg� con sus segundas
nupcias y la coletilla que tras su nombre pon�a la nueva pareja:
�Marqueses viudos (�l y ella) de tal�.