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Protocolo y controversia en la Espana actual

- Luis Antonio Garc�a Mart�nez publica en la versi�n digital de 'La Nueva Espana' un art�culo reflexionando sobre la situaci�n del Protocolo en este pa�s

 

 [febrero de 2009]

 

El pasado martes 24 de febrero encontramos, en la edici�n digital de La Nueva Espana un art�culo firmado por Luis Antonio Garc�a Mart�nez y titulado Protocolo y controversia en la Espana actual, en el que se realiza un an�lisis del protocolo en este pa�s. A continuaci�n reproducimos �ntegramente dicho art�culo, cuya fuente original se puede consultar a trav�s de este enlace:

El protocolo en l�neas generales se puede definir como el conjunto de normas y disposiciones legales vigentes que, junto a usos, costumbres y tradiciones, rige la celebraci�n tanto de actos p�blicos como privados. Un profesor que tuve hace ya algunos anos, el senor don Felio Vilarrubias, prestigioso y experto profesor en materia de protocolo, lo defin�a con dos palabras: ciencia y arte. Ciencia que trata temas referentes a la diplomacia, la historia, la her�ldica, etc�tera, y arte que trata de conjugar la armon�a, la est�tica, el estilo, etc�tera. Se convierte, por tanto, en norma fundamental que sirve para establecer la organizaci�n de actos a cual m�s diverso, y todo ello para que confluya en una sola direcci�n que tiene por objeto ofrecer y destacar una buena imagen y un mensaje de cara al exterior.

Para algunos sectores de la sociedad y algunos medios de prensa el protocolo no deja de ser y representar en el sentido m�s peyorativo, lo malo, el acartonamiento, la rigidez, el envaramiento, la vestimenta, el saber comerse los langostinos con cuchillo y tenedor, �sa es la idea que se transmite desde la mayor�a de los medios de comunicaci�n. Sin embargo, en nuestra sociedad todo funciona bajo un protocolo m�s menos r�gido dependiendo de a quien queremos agradar, parecer o satisfacer en un momento dado y no entiende de clases ni estatus. El orden, el concierto y las ganas de agradar est�n en todos nuestros actos. Cuando invitamos a comer en nuestra casa a alguien que no forma parte de nuestros m�s pr�ximos, tratamos de dar una imagen de distinci�n con la presentaci�n de la mesa, con las viandas, con el entorno, etc�tera. Cuando acudimos a un acto p�blico o privado donde entendemos que no vamos o no queremos pasar desapercibidos, procuramos presentar la mejor imagen a trav�s de nuestra vestimenta para que nos haga parecer diferentes y distinguidos. Cuando acudimos a una conferencia, en seguida comprendemos qui�n es la autoridad o el personaje relevante y todo ello por el lugar que ocupa en la escena, en la mesa, en el p�lpito, en el estrado, etc�tera. El protocolo en resumen refleja la imagen individual o de la instituci�n y, es por tanto, la herramienta que utilizamos todos para darnos a conocer y enviar el mensaje que deseamos en un momento dado.

Hace pocas fechas podemos recordar las reuniones que mantuvo el presidente del Gobierno, el senor Zapatero, con los banqueros de este pa�s, en la primera todos pudimos ver la escena del sof� con un clima totalmente distendido, una reuni�n de car�cter coloquial, de medio trabajo; sin embargo, en la �ltima reuni�n el escenario era ya totalmente diferente, los asientos eran altos, el clima era de trabajo al m�s alto nivel, banqueros a derecha e izquierda, se trataba de lanzar un mensaje de rigor a trav�s de los gestos, independientemente de que la letra la pusiesen m�s tarde los diferentes medios de comunicaci�n.

Sin embargo, lo que ahora nos ocupa es el protocolo de Estado y no el de andar por casa, se trata, pues, de una herramienta regulada �sta por una norma, ya que la conexi�n del protocolo debe corresponderse con el modelo de Estado actual, eso es fundamental. El protocolo es un producto hist�rico que obedece a dos coordenadas fundamentales que son las de lugar y tiempo. En Espana el modelo de Estado nos lo proporciona la Constituci�n de 1978, es, por tanto, que establece un modelo basado en una serie de principios y en la conjunci�n de varias administraciones p�blicas: la Administraci�n estatal o central, las administraciones auton�micas, las administraciones locales y las administraciones institucionales; con este juego de administraciones hay que hacer que funcione todo el entramado de las relaciones. La Constituci�n reproduce unos esquemas que en cierta manera son otro asunto del pasado, pero adaptados, eso s�, a los nuevos tiempos; es decir, hay una Jefatura del Estado representado por la Corona y hay formalmente al menos una divisi�n de poderes, se puede poner en entredicho por lo que estamos viendo cada d�a y lo que la prensa nos acerca a todos los ciudadanos, pero formalmente est�n ah�: el poder Ejecutivo, el Legislativo, y el Judicial. Fue precisamente ese modelo de Estado el que oblig� a cambiar las normas protocolarias y as� se hizo porque la organizaci�n de los actos as� lo exig�an, se hizo bajo la presidencia del senor Gonz�lez y se encarg� al jefe de protocolo del Estado, en aquel momento el senor Mart�nez Correcher, de ese trabajo nace el R. D. 2099/1983, �ste recoge una serie de principios muy pensados y estudiados y prueba de ello son los art�culos 10 y 18, que, de manera alguna, establece la forma de colocar a las autoridades en los actos de car�cter p�blico. Desde 1983 han ido cambiando algunos puestos dentro de la estructura del Estado; sin embargo, tan s�lo son ajustes t�cnicos.

El problema del R. D. es que tiene que convivir con el propio Estado de las autonom�as, donde �stas tienen sus propias autoridades y en algunos casos pretenden prevalecer por encima de las del Estado central; si nos paramos a pensar el modelo que recoge la Constituci�n, el modelo de Estado auton�mico es un modelo cohesionado; sin embargo, en el momento presente no est� ultimado, no est� terminado, no hay nada m�s que ver a trav�s de los medios de comunicaci�n las diferentes sensibilidades que hay en este pa�s para darse cuenta de ello, es por esto que quiz� no se ha tocado el R. D. de precedencias del Estado, precisamente para no abrir la caja de los truenos y que sea �sta la disculpa del gran debate. De todos es conocido que este R. D. no contempla el ordenamiento de autoridades de la Uni�n Europea; sin embargo, en casi todos los edificios p�blicos aparece la bandera de la Uni�n Europea, una vez m�s se tiene miedo a reformar esta normativa por lo que en cierta manera pueda traer consigo.

En cuanto a los tratamientos tambi�n se ha producido un gran desconcierto y todo ello en gran medida por el exceso de vanidad humana. En 2003 la ley de Bases del R�gimen Local refuerza el uso del tratamiento de los alcaldes y se da la paradoja que el Ministerio de Administraciones P�blicas en 2005, estando al frente el senor Jordi Sevilla, crea el �C�digo del buen gobierno�, donde se establece que todos los tratamientos ser�n en adelante de senor y senora seguidos del cargo. Es decir, que en un momento determinado en una mesa en un acto p�blico bien pudi�ramos encontrar sentados a la misma a un Ilmo. Sr. Alcalde con un Sr. Ministro. Todo esto viene a representar el reflejo de la diversidad que vivimos hoy en d�a y la importancia del uso y manejo de esta herramienta que conocemos como protocolo.

(LA NUEVA ESPANA)

 

 

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