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Seis Casas Reales engrosaron la comitiva compuesta por diecis�is delegaciones extranjeras

 

Alberto II ya es, oficialmente, el soberano de M�naco

 - El largo mandato de Rainiero provoc� que la mayor�a de los habitantes del Principado no hayan vivido nunca una sucesi�n en la cabeza del Estado, por lo que se volcaron en los actos de celebraci�n

 

 [21 de noviembre de 2005]

 

Durante cincuenta y cinco anos, con la llegada de Rainiero III al trono, el Principado de M�naco no hab�a vuelto a ver una sucesi�n en la cabecera del Estado, por ello, los monegascos fueron los m�s volcados en la fastuosa coronaci�n de su nuevo mandatario, si bien Alberto II dirige sus destinos desde hace ya algunos meses.

La solemne gala en la �pera de Montecarlo puso fin a los actos de coronaci�nAlberto II recibe de rodillas la bendici�n como soberano del PrincipadoEn la tradici�n de los Grimaldi, las ceremonias no incluyen una coronaci�n propiamente dicha, sin embargo, el Pr�ncipe Alberto recibi� sentado en el trono -sitial que lleva las insignias de su antepasado Carlos III- el homenaje de los representantes de las grandes instituciones del Estado. Todos los altos funcionarios renovaron ante el monarca su juramento de fidelidad y lealtad, acto que marca el comienzo de las celebraciones oficiales de entronizaci�n.

Vestido de uniforme militar ceremonial, Alberto de M�naco recibi� en la Catedral del Principado -tras la misa solemne- la bendici�n del enviado del enviado del Vaticano, Fortunato Baldell y del arzobispo de M�naco, Monsenor Bernard Barsi. En el oficio religioso estuvo flanqueado por Ernesto de Hannover y la Princesa Carolina -a su derecha- y la Princesa Estefan�a y Antonieta de M�naco (hermana mayor de Rainiero) -a la izquierda-. Un acto en la �pera de Montecarlo, en el que se le nombr� oficialmente como nuevo gobernante de M�naco, cerr� los actos oficiales.

Diecis�is delegaciones extranjeras acudieron a M�nacoA pesar de que se ten�a previsto que asistieran altos funcionarios y monarcas europeos, muchas Casas Reales declinaron la invitaci�n -entre ellas la espanola, que no env�o ning�n representante- y enviaron representantes para la ceremonia. Finalmente, fueron 16 las delegaciones extranjeras asistentes a los fastos de coronaci�n, entre ellas, seis Casas Reales europeas: Suecia, que envi� a la princesa Victoria; Noruega, representada en el pr�ncipe Haakon; Liechtenstein, asisti� el pr�ncipe Alois; Dinamarca, delegaci�n que encabez� el pr�ncipe Joaqu�n; Luxemburgo, que envi� al Gran Duque heredero Guillermo y el Reino Unido, en cuya representaci�n acudieron los Duques de Wessex. La Casa Real jordana estuvo representada por Feisal Biin Al Husein.

Entre los invitados de los Grimaldi se encontraron tambi�n varios jefes de Estado como el presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grimsson y los dos capitanes regentes de San Marino. Adem�s, varios ministros, como el de Justicia franc�s, Pascal Clement; el de Exteriores chipriota, George Iacovu y el jefe de Gobierno de Andorra, Albert Pintat.

A partir de ahora, Alberto II gozar� de amplios poderes en virtud de la Constituci�n monegasca, que rige esta monarqu�a constitucional y hereditaria, la que le otorga el poder de dar la naturalizaci�n, indultar y dar amnist�a, pero tambi�n de promulgar leyes.

 

 

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