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�tica pol�tica, modos y formas, poder y resortes
- Por JUAN JOS� FEIJOO
[4 de febrero de 2008]
PSOE y Bloque Nacionalista Galego quieren que en esta etapa pre-electoral (o sin tapujos, ya puramente electoral) se imponga un c�digo �tico relacionado con las actuaciones pol�ticas del gobierno bipartito de la Xunta de Galicia.
El compromiso adquirido al menos a priori es no programar ceremonias oficiales de inauguraciones coincidiendo con la campana. Incluye otro prop�sito como es que no se haga uso partidista de la actividad institucional mientras se pida el voto.
La �nica salvedad es que solamente podr� ejecutarse aquella actuaci�n "que sea imprescindible" o, lo que es lo mismo, de inter�s p�blico. El compromiso expreso es "no cortar cintas" durante el per�odo electoral.
Este prop�sito refleja lo que implica en la din�mica institucional (y pol�tica) que este estamento necesita de dichas manifestaciones p�blicas mediante una escenograf�a y puesta en escena que atraiga la atenci�n del ciudadano, proyectando la imagen del poder (como magn�ficamente refiere Georges Balandier en la obra El poder a escenas). Son los resortes y mecanismos de que dispone para afianzar ese poder pol�tico.
Dicho autor sostiene que lo pol�tico responde a una escenolog�a y habla de la transformaci�n del Estado en estado-espect�culo, en un Teatro de Ilusiones y demuestra que las "fiestas que ponen en escena las jerarqu�as constitutivas de la sociedad, est�n concebidas como autenticas liturgias civiles" de forma que "el poder se va poniendo progresivamente en escena".
Cortar una cinta, descubrir una placa, pronunciar un discurso, presidir una comitiva. son gestos del lenguaje ceremonial de los actores de la vida y escena pol�tica. Ellos lo saben y por ello lo cultivan.
El papel del experto en Protocolo en estos casos no es otro que intervenir como tal profesional y asesorar de acuerdo con la norma y costumbre. Cualquier alteraci�n de la propuesta t�cnica, aunque ello suponga atentar contra los principios protocolarios y adulterar los mismos, ser� responsabilidad del pol�tico de turno que interpreta estas pr�cticas a su imagen y semejanza, prescindiendo de la �tica que debe presidir siempre sus actuaciones como tal representante p�blico.
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