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El pasado domingo, el
peri�dico espanol El Mundo public� en su columna de opini�n sendos
art�culos a favor y en contra del debate suscitado en la sociedad a ra�z del
"incidente" de la corbata entre Miguel Sebasti�n, Ministro de Industria, y
Jos� Bono, Presidente del Congreso de los Diputados, ante la falta del
primero de vestir dicha prenda en una sesi�n de la c�mara baja. Ante este
hecho, el peri�dico public� una opini�n a favor del no uso de la corbata,
firmada por Carlos Fuente, Presidente de la Escuela Internacional de
Protocolo, y otra en contra de la falta de esta prenda, que rubricaba Anna
R. Al�s, cronista social de El Mundo de Cataluna y escritora. A
continuaci�n reproducimos estos art�culos, a la vez que se abre el tema en
el Foro de Debate Protocolo y Sociedad para que todos los lectores
puedan dar su opini�n:
Un
debate absurdo
Carlos Fuente, Presidente de la
Escuela Internacional de Protocolo
Ponerse o no la corbata parece el
ser o no ser del pol�tico de hoy o del alto cargo institucional o
empresarial. La postura del Ministro de Industria, que obviamente responde
a la congruencia de su decisi�n de ahorrar energ�a en el Ministerio y
contribuir con ello modestamente al desarrollo sostenible, se ha
convertido err�neamente en un debate sobre si es necesario el uso de la
corbata cuando se ostenta una representaci�n oficial. El buen humor del
presidente del Congreso al obsequiarle con esa prenda tan masculina, no
ayuda a poner las cosas en su sitio. Probablemente todo esto sea una
an�cdota m�s que da juego period�stico y tertulia ciudadana, pero que se
aleja de las preocupaciones sociales existentes en estos momentos. Tampoco
se esconde que en la postura del ministro hay mucho de puesta en escena,
cuando seguramente habr�a que acometer otras pol�ticas en la lucha por el
cambio clim�tico m�s profundas.
Pero deseo no entrar en la
pol�tica, sino en el an�lisis social. Creo que es un error pensar que la
corbata es sin�nimo de ir adecuadamente vestido para un trabajo o para una
funci�n representativa. Debates como �stos nos sit�an en el pasado, cuando
los poderosos deb�an ejecutar un protocolo y un saber estar que le
situaran por encima del ciudadano. Resulta bastante incongruente debatir
sobre la conveniencia de que el ministro de Industria lleve corbata,
cuando estamos cansado de ver a los propios pol�ticos prescindir de la
prenda en el momento que quieren mostrarse m�s pr�ximos o sencillamente
trasladar una imagen m�s distendida. Se critica tambi�n a veces el
quitarse la chaqueta en determinadas reuniones, y, sin embargo, observamos
c�mo l�deres de numerosos pa�ses lo hacen con frecuencia en cumbres del
m�ximo nivel.
Hace ya algunos anos afirmaba en
un peri�dico nacional que las horas de la corbata como prenda
imprescindible en las relaciones sociales y oficiales comenzaba a
agotarse. Hoy sigo manteniendo lo mismo. Presentar un informativo
televisivo sin corbata era un pecado grave, pero hoy abundan m�s
los que prescinden de ella. Importantes ejecutivos de empresa comienzan a
descubrir que una etiqueta m�s informal en verano favorece su trabajo y
hoy ya no llama tanto la atenci�n acudir sin corbata si el resto del
vestuario es acorde. Eso ser� por algo. Y es que incluso sin corbata se
puede ir igual o m�s elegante, y por supuesto no desmerece la funci�n de
representaci�n p�blica. Pero con independencia de esta cuesti�n, lo que
parece claro es que el vestir en estas situaciones no es una cuesti�n de
uniformidad obligada. Un representante p�blico debe ofrecer una imagen
adecuada en raz�n a su posici�n, pero �sta no debe reflejarse solo en el
uso de la tradicional chaqueta y corbata. Creo que en esto debemos
evolucionar mucho al respecto.
Cada �poca del ano exige un
vestuario acorde con los factores clim�ticos. En tiempos de calor lo mejor
es utilizar una etiqueta c�moda, dentro de unos l�mites razonables. Est�
claro que un ministro no podr� ir de camiseta al Congreso de los Diputados
o a otro acto oficial, pero vestido correctamente (como al menos se
entiende hoy) no implica necesariamente la obligatoriedad de la corbata.
Prestigiosos estilistas afirman adem�s que en determinadas situaciones la
corbata no es sin�nimo de elegancia. En estas fechas de calor, cuando
todos estamos en casa con ropa ligera, bajo el ventilador o el aire
acondicionado, ver por televisi�n a nuestros altos representantes metidos
en el traje y anudada la corbata al cuello nos produce una extrana
sensaci�n. Pero sobre todo seguimos sin entender por qu� la corbata es un
elemento del vestir obligatorio para ciertos oficios. Excepciones
obligadas a parte, ver a un ministro sin la corbata, pero vestido
adecuadamente, es un soplo de frescura en las ataduras cl�sicas de la
imagen trasnochada.
A estas alturas, ?por qu� al
ministro de Industria se le critica que no lleve la corbata, cuando un
buen punado de diputados hace anos que prescinde de ella? ?Es que en las
obligaciones del ministro est� incluida la exigencia de la corbata? Un
debate absurdo.
Corbatas con criterio
Anna R. Al�s, cronista social
de El Mundo de Cataluna y escritora
S�lo ha habido un punto de
acuerdo ideol�gico, y deber�a ser hist�rico, entre Ion Id�goras y Eduardo
Zaplana: la corbata. En ambos ha sido sello de identidad para sumergirse
en el Sistema, el que se escribe con may�sculas. Mientras el portavoz del
lado duro del PP no se la quitaba ni para descamisarse, el fundador de HB
se la puso en la misma puerta de La Zarzuela antes de ser recibido por el
Rey. Pero como parece ser que la historia cuenta poco, los postmodernos de
la pol�tica se esfuerzan en cargarse uno de los escasos complementos
estil�sticos que le quedan al hombre.
Hay quien aduce que dejar de
usarla es un sumando para hacer frente a la crisis. Aunque tambi�n cabr�a
la interpretaci�n de que es justamente la guerra de la corbata un sutil
conato para conducirnos hacia el despiste nacional, dado el escaso nivel
pol�tico actual.
Cierto es que el uso de la
corbata nunca ha sido obligatorio en el Parlamento. Tan cierto como que no
est� penado escupir en plena calle o tirarse un pedo en las escaleras
mec�nicas de El Corte Ingl�s. Si ya forma parte de la normalidad
est�tico-urbana ver paseantes por el centro de una ciudad calzados con
hawaianas playeras y hombres con pantal�n cortado debajo de la rodilla, lo
de la corbata me parece un malmenor.
No nos llevemos las manos a la
cabeza al ver que Jos� Bono y Miguel Sebasti�n se disparan puyas por si
han de usar o no corbata, porque esto es una cadena. En un mundo en que lo
que cuenta es la opini�n y no el criterio, todo cabe. Porque opinar, lo
que se dice opinar, es una acci�n tan democr�tica como el uso del jean;
lo del criterio es otro cantar, y para alcanzarlo hay que invertir en
tiempo.
Me he tomado mi tiempo para
tomarle el pulso al cuello masculino, y leo que S�neca recomend� a los
hombres cubrir el cuello con un trozo de tejido, precursor de la corbata,
por cuestiones de seguridad. Desconozco si Bono y Sebasti�n lo saben o lo
suyo es un est�pido rifirrafe parlamentario, pero si Honor� de Balzac,
bohemio y ac�rrimo defensor de los derechos humanos, se molest� en
escribir un tratado de t�tulo L'Art de se mettre La Cravatte, en el
que muestra 22 formas de anudarse el complemento, habr�a que darle
cr�dito.
Los principales difusores del
criterio en moda, los franceses, la lanzan como elemento favorecedor en la
segunda mitad del siglo XVIII. El mundo evoluciona, afortunadamente, y
debe utilizarse una libertad tan absurda como usar o no corbata, claro que
s�. A los que nos sentamos perplejos a ver el estreno de la odisea
espacial de Kubrick, el 2001 nos parec�a tan lejano como inimaginable, y
llevamos siete anos superando un trauma que acab� no si�ndolo. Me result�
m�s traum�tico observar a un Id�goras sumergirse en el Sistema aunque
fuera por cuesti�n de formas. Las formas, ah� est� el quid. ?No es
el fondo lo que cuenta? De no ser as�, Juan Carlos I deber�a lucir corona
y arrastrar su manto de armino sobre el m�rmol de palacio.
Suspiremos, pues, por un
Parlamento sin formas. Desterremos ya la imagen de un impecable Dur�n
Lleida e imagin�moslo con una camiseta sin mangas. O a Rodr�guez Zapatero
con minifalda abullonada, como los antiguos virreyes; a Bono con pareo y
chaleco con incrustaciones de Swarovsy; a Rajoy con chancletas y pantal�n
pirata. YInacabable!
Pongo en duda la utilidad de la
corbata, por supuesto, pero tambi�n dudo en qu� invertir los 400 euros de
regalo. Se me ocurre una idea sostenible: comprar una corbata y una cabra
y envi�rselas a Carme Chac�n. Por coherencia pol�tico-formal: los chicos
de La Legi�n usan corbat�n y la cabra, adem�s de ser emblema de la pena
del desierto, la puede usar en casa para obtener leche y queso. Sobre
todo, sostenibilidad senores.
Pero no olviden que con corbata
est�n ustedes, la mayor�a, guap�simos. La prenda es democr�tica porque les
iguala. Ya que no pueden igualarse con la calidad de los tejidos, las
hechuras de los trajes o la horma de los zapatos, la corbata les ha
servido hasta ahora para hacernos creer que sus ideolog�as convergen en su
sana intenci�n de cuidarnos. Para eso son ustedes pol�ticos y yo una
pijipi que pasa de casi todo menos de la inversi�n en los criterios.
(REDACCI�N EIP)
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