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Un estricto ceremonial reglamentario se impuso en la Corte castellana ya en el siglo XIV

 

El complejo ritual del nacimiento Real, una tradici�n olvidada

 - Presencia de testigos nobles, incorporaci�n de reliquias sagradas; elementos imprescindibles para legitimar al Heredero al trono de Espana

 

 [2 de noviembre de 2005]

 

Isabel la Cat�licaD�as atr�s nac�a una futura Princesa de Asturias, sin ceremonias, sin testigos -ajenos al m�s estricto v�nculo paternal-. Hoy nadie desconf�a de que la pequena que salga en brazos de la Princesa Letizia sea la hija del Heredero al trono. Sin embargo, en otros tiempos, ni la intimidad ni la higiene primaban sobre el estricto ceremonial reglamentario que reg�a los nacimientos Reales.

La Emperatriz Isabel, esposa de Carlos I de EspanaLos partos de las Reinas o Princesas de Asturias se rodeaban de intrigas y requer�an de complicados rituales para no despejar cualquier duda que pudiera afectar y deslegitimar al hijo del Rey, algo que ocurri� con Pedro I en 1334. Dado este hecho, en el siglo XIV, reinando los Trast�mara, se impuso como obligatorio que en el momento del parto estuvieran presentes numerosos nobles, caballeros y regidores para dar fe del alumbramiento, costumbre que seguir�an Isabel la Cat�lica -que, no obstante, pidi� que cubrieran su cara con un velo para evitar la verg�enza- o la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos I de Espana.

Con el tiempo, este ceremonial alivi� su rigidez pero no desapareci�, manteni�ndose los testigos en salas contiguas -el momento de la presentaci�n a �stos del beb� Real se rodeaba de una ceremonia espectacular, colocando al reci�n nacido en una bandeja de metal precioso y acompanando su entrada de salvas de can�n (21 si era nino, 15 si era nina)-. De una manera m�s light pero con claros vestigios de las antiguas tradiciones, en el momento del nacimiento del actual monarca, Juan Carlos I, se ocuparon de su reconocimiento su abuelo, Alfonso XIII y su padre, Don Juan de Borb�n.

La imprescindible presencia de reliquias sagradas

En un tiempo en que la superstici�n estaba a la orden del d�a, los Reyes y Pr�ncipes se ve�an igualmente afectados por ella y era habitual la colocaci�n de amuletos a los reci�n nacidos. Infinidad de reliquias sagradas se trasladaban a las alcobas de las Reales parturientas y su presencia en la c�mara se hac�a imprescindible para legitimar a los reci�n nacidos.

Desde 1629 algunas de las m�s utilizadas fueron la Santa Cinta de la catedral de Tortosa o el b�culo de Santo Domingo. Sin, embargo, la utilizaci�n de amuletos desapareci� por completo iniciado el 1700, con el comienzo de la dinast�a de los Borbones.

Lo que s� se ha mantenido hasta nuestros d�as -y dar� fe de ello el bautizo de la pequena Infanta Leonor- es la tradici�n de la Corte de bautizar a los Herederos en la pila donde tomara las aguas bautismales Santo Domingo de Guzm�n, fundador de los Dominicos y elevado a los altares en 1234- en el siglo XII. Esta pila bautismal se utiliz� por primera vez en 1605, para el bautizo del que ser�a el futuro Felipe IV y la vimos por �ltima vez -hasta la fecha- en 1968, en el bautizo de Don Felipe. S�lo don Juan Carlos, bautizado en 1938 en la capital italiana -Espana estaba inmersa en la Guerra Civil- no us� esta reliquia bautismal.

Esta joya del rom�nico volver� a usarse en el pr�ximo bautizo que se celebre en la Casa Real, ya que para los anteriores -los hijos de las Infantas- se utiliz� la pila de plata sobredorada que pertenece a la capilla del Palacio de la Zarzuela.

Los detalles sobre los alumbramientos y sus rituales en la realeza espanola han sido recogidos por los doctores Antonio Garrido-Lestache y Antonio Manuel Moral Roncal en su investigaci�n 'La identificaci�n de los reci�n nacidos en la Casa Real Espanola' editada por A. G. Luis P�rez.

 

 

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