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El
Palacio de la Zarzuela es el escenario elegido ano tras ano para grabar el
tradicional mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey. Un espacio en el que
nunca falta a la izquierda del monarca un detalle navideno (un Bel�n, un
�rbol de Navidad o ambos) y a la derecha la ensena espanola, colocada como
se debe en lugar de honor. Es habitual ver junto a la bandera una fotograf�a
-detalle que s� var�a ano tras ano- y que suele responder a alg�n momento
destacado en la vida de la Familia Real.
As�,
mientras que en 2004 fue una imagen de la boda del Pr�ncipe de Asturias con
dona Letizia Ortiz (en la que �stos aparec�an con don Juan Carlos y dona
Sof�a), en esta ocasi�n, la instant�nea elegida no pod�a ser m�s acorde con
las �ltimas discusiones sobre el futuro de la monarqu�a, ya que en ella
aparecen S.M. el Rey, el Pr�ncipe de Asturias y en brazos de �ste la pequena
Leonor. La imagen, tomada el d�a que la Infanta protagoniz� sus primeras
fotos oficiales, re�ne a los representantes de las tres generaciones de la
actual monarqu�a, hecho al que tambi�n hizo referencia el Rey en el
desarrollo de su discurso.
Reproducimos a continuaci�n, �ntegro, el mensaje de Su Majestad:
Mensaje de Navidad de Su
Majestad el Rey
Palacio de La Zarzuela, 24 de diciembre de
2005
"Me dirijo a
todos vosotros en este tradicional mensaje de Nochebuena para compartir,
brevemente, algunas reflexiones y expresaros de coraz�n, junto a la Reina y
a toda mi familia, nuestro mayor afecto y mejores deseos de felicidad en
estas fechas navidenas.
Dedicamos nuestros sentimientos de especial cercan�a y carino a cuantos
padecen cualquier tipo de sufrimiento o grave dificultad. Esta noche no
quiero ni puedo olvidar a quienes este ano han fallecido en su entrega a los
dem�s; les dedicamos nuestro m�s emocionado recuerdo, al tiempo que
abrazamos a sus familias en el dolor; que el ejemplo de solidaridad que nos
han dado, y que tanto valoramos, nos sirva a todos de gu�a para seguir
construyendo una Espana siempre mejor.
Espana es una gran Naci�n. Las �ltimas d�cadas de nuestra historia no tienen
precedentes en t�rminos de paz, progreso y libertad. Nuestro modelo de
convivencia se ha convertido en referencia para otros. Nuestra econom�a
presenta una buena salud. Seguimos generando empleo, creciendo por encima de
la media europea; y, aunque quede mucho por hacer, nuestro nivel de
bienestar, sistema asistencial, equipamientos, transportes o
infraestructuras se aproximan a los m�s avanzados.
No ha sido f�cil llegar hasta aqu�. Lo conseguido es fruto de los
sacrificios de todos los espanoles, que supieron superar rencores y
divisiones, mirar al futuro y trabajar d�a a d�a para hacer de Espana el
pa�s moderno, justo y solidario del que podemos sentirnos orgullosos.
Es ampliamente mayoritario el convencimiento de que lo que hemos logrado se
lo debemos a la reconciliaci�n, a la concordia y al amplio consenso que
permitieron alumbrar nuestra Constituci�n.
Sin ella, sin el respeto y la lealtad a sus reglas, valores y principios y
sin el esfuerzo de todos, no podr�a explicarse ni la modernizaci�n vivida
por Espana, ni la envidiable estabilidad pol�tica, econ�mica y social que
hemos venido disfrutando.
Vemos que nuestro pa�s es hoy una realidad de libertad y progreso,
organizado territorialmente en el respeto a su rica pluralidad y diversidad.
Tenemos motivos para sentirnos particularmente orgullosos del rico
patrimonio hist�rico, cultural y ling��stico de Espana.
Cierto es que vivimos avances y tambi�n algunas dificultades. Y debemos
esforzarnos por resolverlas de com�n acuerdo. Para ello, debemos recurrir al
di�logo responsable y sincero, dentro del respeto a nuestro marco
constitucional, utilizando los cauces institucionales y democr�ticos,
favoreciendo siempre el predominio de lo que nos une, nunca de lo que nos
pueda separar, fomentando la concordia, el consenso y el respeto mutuo que
han hecho posible nuestra estabilidad y progreso.
Mi mensaje de esta noche es bien sencillo. Frente a las tensiones y las
divisiones, debe prevalecer -por parte de todos- la firme determinaci�n de
intentar superarlas desde la moderaci�n y el sosiego, mediante la b�squeda
del m�s amplio consenso en el marco de las reglas, principios, y valores de
nuestra Constituci�n. Todo lo que se ajuste a estas pautas ser� siempre m�s
s�lido, m�s seguro y, sobre todo, m�s integrador.
Conf�o plenamente en que las instituciones y los partidos del arco
constitucional sabr�n siempre servir fielmente al inter�s general, y al
deseo mayoritario del pueblo espanol de preservar y ensanchar nuestra
arm�nica convivencia.
En su esfuerzo cotidiano, la Corona no olvida lo mucho que siempre queda por
hacer para superar carencias o resolver problemas, promoviendo la soluci�n
de las necesidades de los m�s humildes, de quienes por ser los m�s
desfavorecidos y vulnerables, m�s necesitan ser escuchados y atendidos.
A todos nos duelen las cifras de ciudadanos que viven en Espana por debajo
del umbral de la pobreza, en contraste con las que avalan nuestro sostenido
crecimiento econ�mico. Una sociedad solidaria y de progreso, como la
espanola, debe comprometerse con todo empeno en la lucha contra la pobreza,
la marginaci�n o la exclusi�n social. Debe mantenerse vigilante para
corregir desigualdades, extender las oportunidades de empleo, mejorar la
cobertura sanitaria y la protecci�n social, atender a discapacitados, a
personas dependientes, o facilitar el acceso a la vivienda.
Terminar con el terrorismo sigue siendo un objetivo prioritario e
inaplazable. Sus instigadores, encubridores y autores materiales no han
cejado en sus objetivos, amenazas y extorsiones. Su profunda crueldad est�
presente en las cicatrices de tantas familias de v�ctimas, a las que nos
debemos y cuyo dolor nunca podremos compensar. Para acabar con esa lacra
debemos incrementar nuestros esfuerzos, sabiendo que contamos con los
instrumentos del Estado de Derecho, la acci�n de la Justicia y de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y con una creciente cooperaci�n
internacional.
Tambi�n nos preocupa el drama de la inmigraci�n ilegal. No podemos tolerar
que prospere el tr�fico de seres humanos. Tampoco debemos permitir que
inmigraci�n sea sin�nimo de muerte, explotaci�n, o discriminaci�n. Como
nueva realidad social de grandes dimensiones, la inmigraci�n debe ser
abordada por todos con profundo sentido de la responsabilidad.
Nuestro propio �xito nos ha hecho, l�gicamente, m�s dependientes del
exterior. Evitemos encerrarnos en nosotros mismos. No olvidemos que muchos
retos y oportunidades se sit�an m�s all� de nuestras fronteras, en �reas
cada vez m�s lejanas y competitivas. En este nuevo siglo, m�s que nunca, la
defensa de los intereses de Espana y de los espanoles exige del Estado
actuar en el exterior con la m�xima cohesi�n de todos: instituciones,
fuerzas pol�ticas, y agentes econ�micos y sociales. Si no somos capaces de
sumar fuerzas, si no concentramos adecuadamente nuestros esfuerzos,
debilitaremos nuestra capacidad de acci�n y de negociaci�n exterior; y ser�n
otros quienes se beneficien de esa debilidad.
Pienso a menudo en los j�venes. Os necesitamos. Vosotros sois capaces de
contagiar ilusi�n, dinamismo, frescura de ideas y solidaridad. Sabemos de
vuestra identificaci�n con nuestro sistema de vida en democracia que hace de
Espana un pa�s libre, din�mico y moderno. De ah� la importancia que, para el
futuro, tiene vuestro compromiso con el modelo de convivencia de nuestra
Constituci�n. Un compromiso al que debemos corresponder con el apoyo y
est�mulo a vuestros anhelos de mayor participaci�n y mejor formaci�n.
Llevo anos insistiendo en que la mejora de la educaci�n y el fomento de la
innovaci�n tecnol�gica son tareas prioritarias. No estamos solos en el
mundo. La competencia exterior resulta implacable. De la calidad educativa y
del progreso tecnol�gico depende en gran medida que Espana pueda mantener y
acrecentar sus niveles de progreso y bienestar. Para ello, s�lo hay una
receta: m�s y mejor educaci�n, m�s y mejor innovaci�n.
Con motivo del Treinta Aniversario de mi proclamaci�n como Rey, han dominado
en m� sentimientos de satisfacci�n por lo mucho que ha cambiado Espana, de
admiraci�n y gratitud a los espanoles por su continuado esfuerzo, por su
generosidad y solidaridad; tambi�n sentimientos de fe en el futuro, de
rotunda convicci�n de que, si juntos hemos llegado hasta aqu�, es todav�a
mucho m�s lo que unidos podremos seguir alcanzando.
A lo largo de estos anos he tenido la grata ocasi�n de hablar con espanoles
de todas partes, de muy distintas edades, ideas y ocupaciones, lo que me ha
permitido conocer de cerca las alegr�as, anhelos y preocupaciones de
much�simas personas, trabajadoras y honestas, fieles a s� mismas, a quienes
agradezco su labor.
Tengo plena confianza en Espana y en los espanoles. Siempre podr�is contar
con mi entrega ilusionada y mi permanente voluntad de servicio, con mi
empeno por sumar esfuerzos para afrontar nuevos retos y objetivos, y con mi
m�s firme compromiso y el del Pr�ncipe de Asturias con el futuro de Espana.
Para la Corona, el ano concluye con el muy feliz nacimiento de la Infanta
Leonor, que ampl�a y garantiza la continuidad en la sucesi�n.
Para terminar, quiero reiterar la permanente necesidad de actuar con
grandeza de miras para seguir haciendo de Espana un pa�s cada vez m�s
moderno, unido, justo y solidario, preparado para alcanzar nuevos �xitos. Os
animo a trabajar con ese esp�ritu y con ese horizonte, contribuyendo, d�a a
d�a, al desarrollo de vuestros pueblos y ciudades, de vuestras Comunidades
Aut�nomas y, en suma, del conjunto de Espana.
Eso y mucho m�s es lo que merece Espana, y merec�is todos y cada uno de los
espanoles.
A todos dirijo un abrazo cargado de profundo afecto, con mis mejores deseos
de paz, felicidad y prosperidad para estas Fiestas y el Nuevo Ano 2006. Unos
deseos que hago extensivos a cuantos espanoles viven, trabajan o prestan
servicio fuera de nuestras fronteras, as� como a los numerosos extranjeros
que han escogido a Espana como hogar y contribuyen a nuestro desarrollo.
Buenas noches". |