Cuando hablamos de una profesión, lo primero que resaltamos son sus salidas profesionales. Esto es un error. ¿Qué más da que un médico encuentre trabajo pronto si no consigue ser feliz en su vida?
Hay que buscar más en las profesiones.
Quisiera analizar esta profesión emergente del protocolario y el profesional de la organización de eventos desde otros puntos de vista, más allá de sus salidas profesionales, incidiendo en los beneficios personales que aporta su desarrollo, que son los que verdaderamente hacen de esta profesión algo apasionante y una experiencia de vida.
El desarrollo profesional de cualquier ciencia o disciplina pretende cumplir sus objetivos primarios basados en sus competencias. Pero ejecutar solamente, por bien que se realicen, esas competencias, no es suficiente para ser un buen profesional.
Se hace preciso integrar en su trabajo diario una serie de valores que optimizan ese desarrollo con un objetivo claro: Ser buena gente.
Para ser un buen profesional, además de tener los conocimientos técnicos, la actitud necesaria y el mayor o menor talento de cada uno, se necesita ser buena gente.
Me explico: No es el mejor médico el que más cura. El mejor es aquel que cura pero que, además, lo hace con cariño, con humanidad, con cercanía, con el buen trato al paciente (que también cura) con un espléndido trato con sus compañeros…
Aplicar HUMANIDAD Y VALORES HUMANOS en el desarrollo de cualquier profesión hace del profesional que lo aplica, un mejor profesional.
El tener el privilegio de que, en el desarrollo de las competencias de tu profesión, se integren directamente las emociones, los sentimientos, el trato personal por una mejor relación social, la aplicación de una continua y necesaria creatividad en cada acción huyendo de la rutina diaria y un sinfín más de circunstancias anexas a los requerimientos técnicos, hace que esa profesión se convierta en algo apasionante.
Esto es lo que ocurre con la profesión del protocolo y la organización de eventos.
Es una profesión en la que no basta con hacer las cosas de manera perfecta. Hay que conseguir trasladar los mensajes que el organizador quiere transmitir. Por bien que se haga un evento en cuanto a los términos técnicos, si ese acto es frío y distante, o carece de contenido, el evento pierde su identidad y deviene en un evento vacío y sin resultados.
Este es el verdadero privilegio del protocolo y la organización de eventos y por eso engancha. A la gran mayoría de los profesionales que he tenido el honor de conocer a lo largo de mi vida profesional les caracteriza su “amor” por la profesión. Y eso es lo que les imprime la profesionalidad.
LAS CAPACIDADES DEL PROFESIONAL DE PROTOCOLO Y LA ORGANIZACIÓN DE EVENTOS:
- Sacar una idea de la nada
- Proyectar sin límites
- Planificar hasta el último detalle
- Buscar un hilo conductor y un detalle que singularice el acto y lo haga memorable
- Emocionar a los asistentes
- Sacar los sentimientos a flote
- Trabajo en equipo. Sin colaboración es un evento imposible
- Desarrollar plan B, C, D…..
- Y un largo etcétera de capacidades que debe desarrollar y aprender el profesional para poder organizar de manera eficiente.
Organizar un evento debe ser el resultado de planificar la mejor utilización de una serie de técnicas organizativas para conseguir transmitir un mensaje determinado.
Pero esto no es suficiente. Insisto. No es suficiente aplicar solamente una serie de requisitos técnicos.
Para conseguir que el evento tenga retorno, la aplicación de las técnicas debe venir determinada por tres aspectos fundamentales y consiga sus objetivos:
- La normativa y el peso cultural (tradiciones, usos y costumbres) que se deben tener en cuenta en cada momento y lugar, entendidas todas ellas como el proceso de plasmación de la voluntad general.
- El continente con el que “vestiremos” el evento para potenciar el contenido, donde el ceremonial y la etiqueta cobran una vital importancia a través de la utilización de elementos escenográficos y tecnológicos.
- Enmarcar todo ello (la aplicación de las técnicas, ajustadas a una normativa determinada y la utilización de elementos escenográficos) en la ESTRATEGIA GLOBAL DE COMUNICACIÓN de la persona o institución que organiza.
Un evento, por bien que se organice, si no transmite, ya lo hemos dicho, es un evento vacío.
Porque al final se trata de lanzar una serie de mensajes a los públicos objetivos a los que se les quiere contar una historia determinada. Y todo ello con ARTE.
Arte para emocionar, utilizando diversos elementos escenográficos para sacar a flote los sentimientos y las emociones haciendo del acto un hecho experiencial, un recuerdo memorable que conseguirá reforzar la marca personal y/o institucional.
Las palabras de Jane Fonda en la entrega de los Globos de Oro 2021 aplicadas al cine se aplican perfectamente a la organización de eventos.
¿Qué es una película sino un gran evento para transmitir algo?:
“Somos contadores de historias y en momentos turbulentos y de crisis como estos, contar historias es esencial. Contamos historias que cambian los corazones y las mentes, que nos ayudan a tener empatía, a reconocer que, aunque seamos diferentes, todos somos seres humanos”.
Si algo tiene esta profesión es el aprendizaje y la superación permanente. Nada se repite. Siempre hay que estar abierto a dar el salto y salir del corsé de la comodidad de repetir un evento. Y, todo ello, de manera controlada y planificada. Más que la chispa necesaria para correr en 10 segundos una carrera de cien metros, la organización de un acto requiere del ritmo dosificado de una maratón en la que se planifican, estudian y controlan en todo momento los tiempos parciales de cada kilómetro para conseguir, primero, llegar a la meta y, segundo, llegar el primero.
Todo esto, hace del profesional de eventos el desarrollo pleno como persona.
Y esto, señores, ES APASIONANTE.
BIENVENIDOS A LA PASIÓN- BIENVENIDOS A ESTA APASIONANTE PROFESIÓN- BIENVENIDOS AL PROTOCOLO.